La Escultura de Julio Sanjurjo

La obra escultórica de Julio Sanjurjo hay que enraizarla con la tradición de la escultura Gallega, la de los maestros canteros, en el tratamiento de la piedra y en la simbología de la cultura Castreña, que le llevará a una escultura que se fusiona con el entorno natural.

Julio Sanjurjo es un escultor entregado a la talla, creador de formas poéticas primitivas, que representan figuras humanas y modelos de la naturaleza. No quiere expresar la impresión óptica o analítica, sino la experiencia psíquica y total.
 

Es una escultura de color, negro, marrón, grís granito…de apariencia cubista, sobre todo en sus cabezas de mármol, cuyas formas abiertas y espaciales pertenecen al mundo primitivo: TOTÉMICO.
 

Incorpora en la escultura diversos materiales que se combinan entre si, la piedra y la madera, hierro fundido, aluminio, logrando una superficie pulimentada que produce un efecto de luz y sombra.
 

En su empeño escultórico, las formas revelan las energías implícitas en su estructura que se funden con el espacio y su entorno. Me atrevería a decir que la verdad de las tallas, no es la apariencia, sino la “verdad cúbica“, lo que produce que las figuras se visualicen, no como superficies planas, sino como proyecciones de unos volúmenes internos, que parecen surgir de dentro afuera, exactamente como la propia vida.
 

De esta forma el espacio se nos presenta como un elemento nuevo y escultórico, como una sustancia material.
 

El artista ya no se ve limitado al mármol, al concepto de monolito, a los fragmentos clásicos. Su forma de concebir la obra es tan libre como la del pintor. No hay diferencia conceptual entre escultura y pintura.
 

Sartre decía que la escultura tradicional nos echa a los ojos su pesada eternidad. Pero la eternidad de la piedra es un sinónimo de inercia, es un ahora…..para siempre.
 

Carmen Sánchez Rodríguez
Dra. en arte

 

La Pintura de Julio Sanjurjo

Como artista de su tiempo, influenciado por el paisaje y el entorno natural de su Galicia natal, le llevara a una representación artística tanto escultórica como pictórica, que combina con gran destreza, pasando de la una a la otra con naturalidad y creatividad.


Delante de su pintura comprendí el milagro de la imaginación producido por el color y el dibujo. En sus paisajes, emplea el color de una manera subjetiva, donde las formas de las figuras humanas están simplificadas e investidas de una función puramente decorativa, se perciben mas como formas que como cuerpos.


Su pintura, en conjunto, juega un papel decorativo más que descriptivo. El árbol, la costa, el mar, las piedras….. se leen como trazos lineales, que unifican la superficie del cuadro dentro de un plano espacial. Además revela la capacidad de Julio como colorista; las sutiles combinaciones de rojos, rosas, amarillos, azules y verdes evocan una atmosfera lirica de la escena.


Esta expresividad me lleva a un poema de Baudelaire: “Allí, no hay sino orden y belleza, lujo, calma y voluptuosidad”. Su aparente libertad de expresión, se manifiesta en el uso de los colores puros, fríos y cálidos, separados por una línea precisa y perfilada del dibujo y la perspectiva, que nos recuerda la pintura de LES FAUVES, como Matisse y Vlamick, que utilizaban el color, sobre todo, como agente expresivo.


Al igual que Cézanne, consigue que sus colores actúen y repercutan unos sobre otros, dando una sensación de profundidad artificial y una atmosfera de lánguida sensualidad. Se crea una mezcla de iconografía romántica y de ensoñación irreal.


Su búsqueda es la expresión, pero no la reflejada por un rostro. El lugar que ocupan las figuras, los arboles, el mar y los objetos en la composición cumplen una misión; es el arte de ordenar los diversos elementos de los que dispone el pintor, para expresar sus sentimientos y sus sueños, como portadores de una realidad concebida y esencial.


Así el lenguaje formal subjetivamente exagerado, junto con una coloración irreal se entiende como flujo de la psique del artista.

 

Carmen Sánchez Rodríguez
Dra. en arte